En Western Town, cada jugador es un mariscal de una ciudad en expansión en el Viejo Oeste de los Estados Unidos a principios de la década de 1860. Cada mariscal quiere desarrollar la ciudad más próspera, una que el propio presidente Lincoln estaría orgulloso de visitar.
Los tres criterios principales que te permiten ganar el juego son el crecimiento de la población, el encanto/atractivo y la riqueza, medida en oro. Los turnos están regulados por las visitas de Lincoln, que determina, poco a poco, el valor de las ciudades en relación con esos tres criterios. Estos criterios pueden cambiar, y de hecho lo hacen, en cada ronda, y tendrás que adaptarte a estos criterios cambiantes para ganar este juego.
Cada jugador tiene su propio tablero en el que construirá su ciudad. Cada edificio le da diferentes y crecientes derechos y habilidades, y por tanto poder. Cuanto más grande sea tu ciudad, mejor, pero gestionar un crecimiento excesivo es todo un reto, por lo que tendrás que tomar decisiones difíciles al principio de cada ronda sobre los edificios que pondrás en juego.
Este mecanismo de "adición de edificios" ayuda a los jugadores a mantenerse en el juego y a no perderse en el abrumador número de opciones disponibles. De los 22 edificios diferentes, seis de ellos se identifican en cada ronda como edificios "de bonificación", y los jugadores se ven obligados a adaptar diversas estrategias y probar nuevas combinaciones de estos edificios para su ciudad a medida que avanza la partida.
Además de la lógica y la estrategia, los alguaciles tendrán que echarse un farol y, en ocasiones, recurrir a torcer un poco la ley para conseguir construir su Western Town. Y por si fuera poco, ¡también hay que hacer frente a ocasionales ataques de los indios!